12.7.09

El vestido de raso tirado a los pies de una cama ajena. Los zapatos, tan elogiados da noche anterior, en la otra punta del departamento, jugando a reflejar en el charol el pleno sol del mediodia. Maquillaje corrido, celular abandonado a su suerte en el fondo de la cartera, que moría agobiada por el peso del saco encima.
Perfectamente podría ser una de esas situaciones de: uy, cometí EL error de mi vida. Pero no, no se sentía así. Aunque el poco alcohol que había ingresado a mí cuerpo trataba de atontar mis pensamientos, la realidad era demasiado clara para perder en ese combate.
Después de aclarar la vista, despejar fantasmas del pasado/presente/futuro, y levantar unos centímetros la cabeza... la vista de esa sonrisa en el descanso de la puerta era simplemente lo mejor que se podía pedir.
Cúando los centímetros que separan ya son mínimos, y un hola se dibuja en el aire, mientras sonrie tiernamente acomodando un mechón de mi pelo.
Sí... eso era el paraíso terrenal. Él. Ahí.

La persiana se levanta, y me doy cuenta que simplemente fue un sueño.
¿Un sueño? ¿O simplemente Dios hacía una jugarreta habitual con mi mente, mostrandole ímagenes de un futuro cercano?